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viernes, 9 de abril de 2010

La garantía mutua

El Creador confunde al ser humano, poniéndole, constantemente, obstáculos en su camino espiritual. Al mismo tiempo, los sucesos agradables nos confunden más que los desagradables; de repente, se abren algunas posibilidades extraordinarias, tales como: un éxito en los negocios, un viaje apasionante o diferentes pequeñas tentaciones que cambian a cada momento. Gracias a ello empezamos a descubrir que no tenemos ninguna posibilidad de dirigir nuestro estado sin ayuda del entorno, que se denomina: la “garantía mutua”. Si las miles de personas, en todo el mundo, que se precipitan a revelar al Creador, no prestan atención a todos los obstáculos que Él pone, a propósito, delante de ellos, no tendré el apoyo global de estas personas y, por tanto, no podré pasar los “49 portones” (obstáculos que me apartan del Creador) y llegar al portón numero cincuenta, donde Él y yo nos uniremos (40 es la distancia entre Maljut y Bina, y 10 es mi estructura, en total 50).

Si no estoy en conexión con las personas que hacen lo mismo, entonces, estoy perdido, nunca podré lograr la meta. Mi trabajo durará varias vidas. Esto, lamentablemente, es lo que ocurre con la gente. Aun hoy en día, la ciencia convencional revela que los pensamientos humanos están conectados entre sí y, milagrosamente, se transmiten de un extremo al otro del mundo. Los científicos explican que, nuestra naturaleza está organizada de tal manera que nos obliga a pensar de modo síncrono. Estamos conectados, entre nosotros, en una red común de almas y, por eso, mis pensamientos y deseos se transmiten a los demás. Y más aun si nos precipitamos hacia la meta espiritual; con este pensamiento, empezamos a influir activamente sobre los demás y dicho pensamiento se extiende sobre todo este sistema. Esta intención interna, más que un simple intercambio de mensajes electrónicos, se denomina “la garantía mutua”. La garantía mutua se produce cuando pienso acerca de lo espiritual, lo quiero y estoy deseando que el resto también piense sobre la misma meta, ¡sólo entonces me salvaré del ángel de la muerte! Si ellos no piensan sobre esto, entonces, no me ayudan nada. Nunca podré hacer un cálculo correcto; me desviaré todo el tiempo. No tendré una base, una red que una, que me detenga dentro de ella, como una madre que mantiene en brazos a su bebé. ¡Sin esto no podemos lograr nuestra meta!

(Extracto de la lección sobre el libro del Zóhar, correspondiente al 07 de abril 2010).